2015/05/09

¿Nos convierte en homosexuales una fantasía?

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Reproducimos un interesante artículo de Emilio López Bastos, publicado en su blog por Sylvia de Béjar. Al final del mismo también enlazamos con una intervención en la cadena ser de esta sexóloga, a propósito de este tema.




¿Nos convierte en homosexuales una fantasía?

Rotundamente no. Incluso más allá, tampoco nos convertiría en homosexuales una práctica sexual puntual con una persona de nuestro mismo sexo. De la misma manera que por el hecho de que un vegetariano se coma un día una chuleta no deja de serlo. Las razones de esta confusión se encuentran en las raíces de nuestra cultura patriarcal heterosexual militante. Siguiendo con el ejemplo del vegetariano, sería aplastado por la cultura porque si un día fue visto comiendo carne “eso no es ser vegetariano ni es ser nada”, o sea, en términos absolutos, opuestos y excluyentes.

En términos de orientación del deseo lo fundamental es entender cuál es la tendencia predominante de nuestra atracción por las personas. Es posible que la mayoría de las veces me atraiga el sexo con personas del sexo opuesto y por el hecho de que pueda tener fantasías o algún encuentro homosexual no me convierto en homosexual ni dejo de ser heterosexual, igual que el abstemio no bebe nunca y tomar un vino de vez en cuando no me convierte en bebedor (y mucho menos alcohólico).

Es importante escapar de las etiquetas y no basar nuestra identidad sexual por identificación o pertenencia a un modelo externo que compartan conmigo muchas personas. Cada uno de nosotros es un complejo mundo de ideas, creencias, sentimientos, valores, sensaciones, etc., que hacen que la sexualidad sea una forma de ser y estar en este mundo personal e intransferible, es decir que lo que me seduce y provoca mi deseo define mi manera única, particular y peculiar de vivir mi sexualidad.

¿Por qué hay que ponerle nombre, por ejemplo, en su orientación sexual a una persona que se sienta atraído por transexuales no operados? Alguien así, que comparta su intimidad con una persona con identidad de mujer, con pecho de mujer pero con genitales de hombre no tiene porqué recibir una etiqueta que lo defina como algo distinto a los demás… ¿o distinto a lo normal? Son muchas las personas que acuden a la consulta de un especialista para saber (y así sentirse seguras) si lo que les pasa es normal.
En numerosas ocasiones nos encontramos con situaciones en las que comprobamos que es más tolerada, admitida e incluso potenciada la práctica homosexual entre mujeres. En el terreno de la fantasía sexual es de las que se coloca en primer lugar entre los hombres y no en pocas mujeres. Esto hace que sean bastantes menos las mujeres que se cuestionan su orientación sexual. El varón heterosexual nunca caería ni siquiera en un sueño homoerótico. Cuando esto último ocurre también pueden entrar en una dolorosa crisis de identidad, porque pierden ese sentimiento de pertenecer al grupo que creen que es el normal, dejan de saber quiénes son, lo que son y pierden su capacidad para definirse sexualmente a sí mismos dentro de una categoría y acaban entrando en procesos que han terminado incluso en intentos de suicidio.


Existe una dimensión que explicaría estos estados intermedios entre las “etiquetas” excluyentes que impone la cultura. Pongo un par de ejemplos antes de explicarlo. En las pelis porno heterosexuales solemos encontrarnos con escenas recurrentes. Existen escenas lésbicas (nunca gays) y de tríos… En el caso de que una escena incluya dos mujeres y un hombre, ellas interactúan entre sí; pero si son dos hombres con una mujer pueden pasar dos cosas: entre los hombres o ni se miran o si existe estimulación y contacto directo entre ellos, la película se califica de “porno bisexual”. Asimismo en la mayoría de los locales de intercambio de pareja se facilita la interacción física entre mujeres pero no está permitido que un hombre busque sexualmente a otro, lo que los convierte, de hecho, en locales de intercambio heterosexual masculino.
Estos ejemplos vienen a explicar la forma en que nuestra cultura excluye la bisexualidad: crea categorías cerradas y excluyentes, tomando como “aceptables” las prácticas femeninas y despreciando absolutamente todas aquellas en que los hombres se salgan del modelo heterosexual exclusivo y universal. El lesbianismo en este panorama queda silenciado y de lo que no se habla no existe. Estrategias como la educación, el mito universal del instinto maternal o la inclusión de las relaciones entre mujeres en la fantasía erótica masculina, aseguran que la homosexualidad femenina quede minimizada.
Eso en cuanto al aspecto de la orientación sexual (del deseo). En lo que respecta a la fantasía sexual, nos encontramos con un aspecto igualmente reprimido y condenado. Lleva al extremo del cuestionamiento no solamente de la orientación sexual como veíamos más arriba, sino cualquier tipo de vivencia que salga del modelo genitalizado y coitocéntrico, o sea, el centrado en la obtención de placer sexual exclusivamente a través de los genitales y la penetración (ni juego, ni caricias, ni fantasía) o del modelo del amor romántico. Por ejemplo, imaginar que estás con otra persona se condena como infidelidad, imaginar una relación en un parque público como exhibicionismo y un largo etcétera que reprimen de tal manera nuestro mundo interior (ese tan rico, variado, potente, vivo… que ha hecho evolucionar a la humanidad) que lo más habitual es que cualquier persona pueda afirmar no tener fantasías o tenga miedo de contar o compartir sus fantasías con nadie, ni siquiera con la persona con la que ha vivido y construido una vida en común durante años.

Si quieres escuchar la intervención de Sylvia de Béjar en el programa Hoy por Hoy de la cadena Ser, hazlo aquí...

2015/05/03

Madre no hay más que una

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2015/03/21

Hábitos de mala calidad sexual masculina

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Ausencias de caricias 

Una relación sexual basada en la penetración es monótona y precaria. Por lo general, los hombres que van directos al coito son muy malos amantes. Cuando el varón no sabe acariciar a su pareja, especialmente a su pareja femenina (las mujeres, en general, gustan de caricias y roces generosos por todo su cuerpo). Muy pocos son los hombres que no saben esta necesidad de la mujer para funcionar bien en las relaciones sexuales, por lo que cuando no somos capaces de satisfacer esta necesidad, contribuimos al deterioro general de la relación.


Pero, ¿a qué se debe que muchos hombres no se diviertan y exciten acariciando a sus parejas?

Las razones pueden ser diversas y algunas complejas, pero lo habitual es que esta falta de hábito venga determinada por aprendizajes culturales y psicosociales. La formación estrictica en aspectos moralistas e ideológicos en los que el hombre es dominador y receptor y la mujer es monologuísta en eso del dar y del no recibir; es decir, el hombre está programado culturalmente para satisfacer sus propias necesidades, mientras que la mujer lo está con mucha menos libertad y derecho para sentir. Hoy por hoy, las culturas dominantes continúan siendo sexistas y estereotipadas. En otros casos, el consumo de pornografía se relaciona con la disminución del deseo sexual físico y emocional por la pareja a nivel neuronal. Existe evidencia de que la pornografía afecta la libido de los hombres de manera perjudicial. También ha tenido una incidencia en los comportamientos masculinos carentes de caricias, la estigmatización de la masturbación. En el domicilio familiar los adolescentes y jóvenes adultos practican una masturbación contrarreloj, carente de preámbulos y de pensamientos focalizados en la penetración o la felación. Estas conductas a veces suelen continuarse en las relaciones de pareja. Afortunadamente mucha de nuestra juventud crece hoy comprendiendo y practicando el lenguaje de las caricias como un diálogo.


Rutina posicional

La rutina es una de las causas más comunes en las separaciones de pareja, provoca fracasos amorosos fulminantes entre los jóvenes y un hastío insoportable entre parejas de largo recorrido. Una relación sin sorpresas, si cierto misterio romántico, sin detalles tiene dificultades para mantener una continuidad satisfactoria. Si a esto le sumamos la rutina sexual, el problema se agiganta considerablemente. Ocurre que la falta de preámbulo y de caricias se continúa con una posición de coito tradicional casi mecanizada, como el misionero o el “ponte tu arriba”, que pueden acabar concluyendo con el fingimiento del orgasmo. En los varones, esta rutina viene también mediada por una cuestión cultural, las fantasías y las travesuras las contempla como territorio para amantes, más que para esposas y madres, que es contemplada desde una perspectiva casi asexual. Naturalmente esta cultura impuesta también afecta a la mujer, que vive un rol sexista de cumplir con “una obligación inapetente”, que no hace otra cosa que perpetuar la monotonía de la sexualidad.

Miedos




Hombres y mujeres no escapan de poder ser calificados como “malos en la cama”, una de las razones tiene que ver con los miedos a comunicar las emociones y los deseos. Incluso con una excelente atracción sexual tiende a desinflarse si no aprendemos a conocer lo que nos gusta y aprender lo que le gusta a la pareja. Este problema de comunicación puede conllevar a lo que se conoce como síndrome del cansancio afectivo; las rutinas antes señaladas dificultan el acercamiento necesario para mejorar la comunicación y para que cada uno se enriquezca con las diferencias del otro. La ignorancia de los gustos, apetencias y necesidades del otro miembro de la pareja esquiva la complicidad. La complicidad en las relaciones sexuales y de pareja, como en casi todo en la vida, es imprescindible para sentir que jugamos juntos en el mismo equipo.

2015/02/14

¿Importa la diferencia de edad en el amor?

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A lo largo de los años, muchos se han hecho la pregunta sobre la incidencia que puede tener la diferencia de edad cuando piensan en dar ese gran paso hacia el altar. Dos reconocidos especialistas en relaciones de pareja, el doctor Charles D. Schmitz y su esposa, la doctora Elizabeth A.Schmitz, dan una escueta respuesta a esta interrogante: “Depende” y, de inmediato, pasan a analizar el tema con base en las muchas entrevistas que han hecho a parejas alrededor del mundo.







“A través de los cientos de contactos que hemos tenido con las parejas hemos determinado que cuando se ama de verdad, la edad no tiene mucha importancia en la mayoría de los aspectos de la relación. Sin embargo, existe un punto muy real relacionado con esto: hay ciertas circunstancias en las que la diferencia en edad sí incide en la relación amorosa y, por tanto, en el matrimonio”, anotan los expertos.

Revisando una serie de posibilidades señalan que, por ejemplo, si una mujer de 17 años piensa casarse con un hombre de 47 quizás la idea no sea tan buena, puesto que las experiencias de una prácticamente adolescente son muy diferentes de las de una persona que ya tiene en su haber más de cuatro décadas. A los 17 años todavía se pudiera decir que se trata de un adolescente en la mayoría de aspectos, en cambio una persona de 47 años es alguien que probablemente ha alcanzado una gran experiencia y que por lo general ha vivido las pruebas y tribulaciones que la vida siempre presenta. Estas diferencias pueden significar grandes retos para la relación, sin duda alguna.

“El éxito potencial de un matrimonio realmente sí depende de la madurez y el nivel de experiencia de quienes se aman. La verdad clara y precisa es que no existe una diferencia mágica de edad cuando del amor y el matrimonio se trata. Sin embargo, en nuestra experiencia hemos podido ver que mientras más corta es esa diferencia entre dos personas que se aman, mayor será la posibilidad de construir un amor que perdure. Ya sea que la diferencia de edad sea de uno, cinco, 10 o más años, el amor verdadero triunfa sobre todo lo demás. La verdadera interrogante es más bien ‘¿cómo saber que es amor de verdad?’, versus otra pregunta ‘¿qué edad tiene la persona amada?’. Amar es mucho más importante que cualquier diferencia de edad entre dos personas que dicen amarse mutuamente”, aseguran los expertos.


Un ejemplo que se puede usar como espejo

Para comprender mejor lo anterior, los doctores Schmitz ejemplarizan la relación de Marco y Susana, quienes tienen 48 y 37 años respectivamente. Ambos son divorciados y, según los expertos, los dos han experimentado terribles matrimonios. Lo mejor que les ha sucedido es haberse encontrado. En realidad, se han enamorado profunda e inequívocamente el uno del otro. “Escucharles a ambos describir su relación amorosa en maravilloso y esperanzador. Ellos están redefiniendo el verdadero amor, no solamente se aman el uno al otro sino que han aprendido qué significa el sentirse respetados dentro de una relación, saben ahora lo que es la confianza y la honestidad mutua (ambos valores intrínsecos de una relación exitosa) y se valoran uno al otro como seres humanos dignos del mayor respeto, admiración y cariño”, señalan los expertos.

Añaden otros detalles de la pareja tales como que tanto Marco como Susana tienen hijos de un matrimonio previo y que ambos los aman profundamente y los protegen de manera extraordinaria y, por esta razón, los dos están de acuerdo en que no pudieran amar a otro hombre o mujer que no amara también a sus hijos.

“Eso es muy bueno para ellos. Al comienzo de la relación se mostraron muy cautelosos en relación con la diferencia de edad existente entre los dos. Pero con el tiempo esto dejó de ser un obstáculo y ahora se han enfocado en seguir juntos, amarse y apoyarse pues se han dado cuenta de que sus respectivas edades no interfieren en su más importante decisión: la de salir adelante con su relación”, indican los doctores Schmitz.


Lo que la investigación ha dejado

Para estos expertos, luego de tres décadas de investigación sobre el tema, han aprendido que el amor pone de lado cualquier consideración cuando el enamoramiento llega a su máximo nivel y, en la mayoría de casos, cuando llega al matrimonio, sin importar la edad de los miembros de la pareja ni la diferencia de años existente entre quienes se aman. La mayoría de matrimonios tienen éxito cuando la diferencia de edad entre esas dos personas que se aman es de aproximadamente 10 años o menos. Cuando la diferencia es mayor a 10 años, la tasa de éxito empieza a declinar. En cambio, cuando la diferencia es menos de 10 años, la tasa de éxito sube. En otras palabras, se pudiera decir que generalmente es cierto aquello de que a menos diferencia en edad, mayor es la posibilidad de que el matrimonio tenga éxito.

Sin embargo, los doctores Schmitz aseguran que no existe un elixir mágico cuando de amor se trata. “Estar enamorados, amar sin barreras es más importante que la edad. La edad pudiera ser algo relativo en una relación. Más aún, la edad tiene menor importancia en una relación que el amor y, además, el amor no tiene tiempo y de eso muchos pueden dar razón. Por otro lado, cada persona, cada pareja siente y piensa de manera individual y eso justamente es lo que atrae a la posible pareja”, señalan.


Consulta Psicológica
Psicolabor

2015/02/07

Cuando el cuerpo nos pide Sexo

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Suele ocurrir que cuando nos falta sexo se nos complica la vida, porque la falta de sexo genera efectos nocivos para el cuerpo y para la mente también. Las relaciones sexuales habituales entre personas que se relacionan libremente, consentidas con afectividad ayuda a prevenir enfermedades, al igual que ocurre con una buena alimentación o con el descanso diario debido. El sexo consentido y compartido produce buen humor y emociones positivas, nos ayuda a estar en buen estado de forma, nos alivia dolores y hasta nos disipa muchos conflictos psicológicos.




La práctica sexual libera endorfinas, en consecuencia tiene un efecto analgésico sobre nuestro Sistema Nervioso Central, como consecuencia más inmediata el sexo ayuda a aliviar el dolor de cabeza y las migrañas, disminuye los episodios de insomnio, la irritabilidad, la fatiga, la pérdida de reflejos, etc., en relación con las personas que mantienen una mediocre actividad sexual. A nivel psicosomático, la precariedad sexual está asociada a aumento de los niveles de adiposidad y colesterol, así como a un aumento proporcional de la aparición de cáncer (de mama principalmente. Estudio de la de Universidad de Tufts en Massachusetts, USA) o diabetes. Una vida carente de relaciones sexuales provoca que la piel envejezca y que su aspecto se vea hasta 10 años mayor. Uno de los beneficios del sexo es el aumento de la circulación sanguínea y la oxigenación, lo que logra que la epidermis se vea brillante.
La autoestima es un factor determinante en cuanto a la calidad de nuestras relaciones sexuales. El interés en gustar conduce a esmerarse en el cuidado personal, nos sentimos capaces de complacer, alegrar, despertar admiración, cariño, deseo. El sexo nos proporciona gran confianza en nosotros mismos. Se trata de una confianza que va más allá del encuentro sexual propiamente dicho. 
El sexo es comunicación, la más íntima y completa que existe. Desnudarse frente a otros nos desnuda ante nosotros mismos, nos permite ensaya todos los lenguajes posibles (miradas, caricias, palabras, sonrisas). Hacer el amor con sinceridad  nos hace más receptivos, constituye una válvula de escapa para las tensiones acumuladas, es gratificante y auspicia la exteriorización de emociones y sentimientos.

Te recomendamos las siguientes lecturas sobre cómo mejorar nuestra relación afectiva y sexual





2015/02/03

Las 7 lecciones sobre el amor de la sexóloga más veterana del mundo

La doctora Shirley Zussman recibió hace poco a una nueva paciente de 25 años en su consulta del Upper East Side. “Había acudido a otros terapeutas en Nueva York, pero sentía que sabía más de lo que ellos sabían”, ha explicado a New York Post. “Así que estaba contenta de ver a alguien con más experiencia”. Porque, desde luego, si de algo anda sobrada Zussman es de experiencia. Ha cumplido 100 años, pero sigue recibiendo doce visitas semanales en su clínica. Es la sexóloga en activo más veterana del mundo.

“No creo que del sexo casual de hoy en día sea más frenético que en los 60" Afirma la doctora Snhirley Zussman"

 Para leer el artículo completo de Miguel Ayuso hacer clic sobre la foto
Leer el artículo completo de Miguel Ayuso





2015/01/30

Aprende a disfrutar de tu lado obsesivo





Un artículo de Tais Pérez que reproducimos convencidos de su gran calidad e interés.

Tenemos un impulso innato para repetir las cosas que disfrutamos. ¿Se han fijado alguna vez en cómo los niños ven una película de dibujos una y otra vez? ¿O cómo juegan a lo mismo cien veces al día?

Cuando crecemos perdemos esta capacidad de disfrutar de nuestro lado obsesivo. Lo asociamos con comportamientos compulsivos o pensamientos indeseados. Pero podemos usar esta característica obsesiva que todos poseemos en distinto grado en nuestra ventaja. Un definición de obsesión es la dominación de nuestros pensamientos o sentimientos por una idea persistente, una imagen o por el deseo.

Si nos apoyamos en esta definición, el resultado de la obsesión depende del tipo de pensamientos obsesivos, ideas o deseos que uno tiene. Podrían pasar cosas alucinantes si uno lograrse obsesionarse por ideas o deseos positivos.

¿Cómo puede la obsesión convertirse en algo bueno para nosotros?


Termina lo que empezaste

Haz del proyecto que empezaste, tu obsesión. Piensa mucho en él, haz planes y trabaja en ello como si tu vida dependiera de los resultados de este. Conviértelo en el amor de tu vida hasta que lo termines.

Aprende una nueva habilidad

Todos tenemos un montón de cosas que nos gustaría aprender a hacer. La distracción diaria hace que no encontremos el momento de empezar a realizarlas. Escoge una nueva habilidad, decide empezarla de forma consciente y conviértela en tu nueva obsesión. Imagínala y emociónate anticipando lo bien que te lo vas a pasar realizándola.

Formatea tu disco duro

Todos tenemos una forma específica de pensar que da forma a cómo vemos la vida y como la experimentamos. Crea un nuevo mantra que te encante y repítelo una y otra vez hasta que grabes esta nueva creencia. Hazlo con convicción y lograrás cambiar tus pensamientos.

Conviértete en un ejemplo para los demás

Cuando te centras en algo de lo que disfrutas, tu entusiasmo se vuelve contagioso. Regalarás energía positiva a los demás sin ningún tipo de esfuerzo consciente por tu parte.

¡Diviértete y disfruta del poder de tu cerebro!







Lecturas recomendadas: