Un relato que leí hace
años, sobre el 2006, escrito por Luis Castellano que quiero compartir por
resultar muy interesante.
Dos hombres, ambos muy
enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. A uno se le permitía
sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el
líquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana de la habitación. El otro
hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba.
Los dos charlaban durante horas.
Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su estancia
en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones. Y cada tarde, cuando
el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo
describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana. El
hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo
se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades, colores del mundo
exterior.
Una tarde calurosa, el hombre de la
ventana describió un desfile que estaba pasando. Aunque el otro hombre no podía
oír a la banda,
podía verlo, con los ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras.
podía verlo, con los ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras.
Pasaron días y semanas.
Una mañana, la enfermera de día entró
con el agua para bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la
ventana, que había
muerto plácidamente mientras dormía.
muerto plácidamente mientras dormía.
Se llenó de pesar y llamó a los
ayudantes del hospital, para llevarse el cuerpo.
Tan pronto como lo consideró apropiado,
el otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana. La
enfermera le cambió encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo, salió de
la
habitación. Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la
alegría de verlo el mismo.
habitación. Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la
alegría de verlo el mismo.
Se esforzó para girarse despacio y mirar
por la ventana al lado de la cama… y se encontró con una pared blanca. El
hombre preguntó a la enfermera qué podría haber motivado a su compañero muerto
para
describir cosas tan maravillosas a través de la ventana.
describir cosas tan maravillosas a través de la ventana.
La enfermera le dijo que el hombre era
ciego y que no habría podido ver ni la pared, y le indicó:
- “Quizás sólo quería animarle a usted”