El consumo excesivo, de
bienes materiales o de todo tipo de servicios, es un acto directamente
relacionado con los desajustes emocionales. Algunas de estas conductas pueden
alcanzar un nivel de desadaptación personal y social tal, que la persona que
padece el deseo compulsivo por acumular objetos y servicios, puede acabar por
padecer un trastorno severo en su psicología. No poder evitar comprar, adquirir,
guardar, juntar o “atesorar” cosas, que sobrepasa cualquier expectativa que
dicte el sentido común, acaba por tener repercusiones negativas en diversos
aspectos de la vida como el emocional, el físico, el social o el financiero.
Existen dos indicadores que nos revelan la presencia de consumo compulsivo, por
un lado la restricción y obstrucción del espacio físico en el que habita la
persona o la familia, por otro, el aumento de los conflictos personales y familiares que conducen a
conductas de aislamiento social, endeudamientos, fricciones en la pareja,
familia, trabajo, etc., que desembocan en separaciones y divorcios, rupturas
filiales y pérdida de empleo. Cuando el consumo o acumulación compulsiva se
produce en personas que viven solas, esta conducta desadaptativas suele pasar
más desapercibida y las posibilidades de corregirlas disminuyen considerablemente.
El factor fundamental que
hace que un consumidor-acumulador compulsivo no sea capaz de cambiar su
conducta, es la ansiedad que le produce la sola idea de tener que deshacerse de
ellos, por muy inútil que sea todo lo que almacena. Le resulta imposible. La
sensación de bienestar que le produce tener cantidades ingentes de ropa,
zapatos, bolsos, coches, artículos del hogar, bolsas, revistas, tecnología, libros,
juguetes, basura, etc., hace que sienta que tiene control sobre su vida,
desechando toda posibilidad de que, lo que realmente esté pasando es,
justamente, todo lo contrario. Las personas que padecen esta condición inyectan
una alta dosis de contenido sentimental a los objetos que posee, convirtiéndolos,
con ello, en una prolongación de sí mismos. Esta identificación es clave para
percibir un miedo irracional a que estos objetos desaparezcan de su entorno;
están convencidos de que sin sus objetos son vulnerables, inseguros y su vida
sería un verdadero caos. Se trata, sin duda de pensamiento distorsionado que es
el germen de su problema.
Por lo general, el acumular
compulsivamente viene asociado otras condiciones clínicas de desajuste
psicológico, como el trastorno obsesivo-compulsivo, las depresiones o los
déficits de atención. En estos casos la acumulación compulsiva se disparata y
abre la puerta a obsesiones del tipo: “guardar
mucha ropa de menos talla por si algún día baja de peso”, que están
cargadas de frustración y tristeza. En estos casos, el problema se ha de
abordar tratando de poner algo de orden en el caos. Las personas que sufren
este problema mejoran su salud emocional cuando son capaces de jerarquizar el
uso y el valor de las cosas para saber si tiene sentido o no conservarlas.