Una sexualidad sana significa una buena integración de nuestra
sexualidad en la vida adulta: sexo con la pareja y con nosotros mismos. Sin
embargo, para un adicto al sexo el comportamiento sexual es una vergüenza,
ocultación y obsesión.
Es importante
diferenciar esta adicción de la hipersexualidad, tradicionalmente donjuanismo en hombres y ninfomanía en
mujeres, ya que es frecuente encontrar que aquellos que desconocen el tema
tienden a asociar ambos términos como una misma cosa. Ser hipersexual
representa simplemente que existe un apetito sexual alto, el cual no suele
plantear problemas serios a la persona.
Hablamos de adicción al sexo cuando la persona necesita realizar
conductas sexuales (no deseadas), que pueden suponer una amplia variedad de
prácticas, de manera compulsiva (no pueden controlarse) y esto se produce
además de forma crónica. Algunos adictos practican sólo una conducta adictiva,
otros más de una.
Las variantes dentro de esta adicción son:
-
Masturbación compulsiva.
-
Sexo anónimo frecuente
con desconocidos.
-
Uso excesivo de teléfono
erótico.
-
Usuarios frecuentes de
prostíbulos.
-
Compra masiva de
material pornográfico: videos, revistas...
-
Uso excesivo de Internet
como vía de obtención de pornografía.
-
Visitas muy frecuentes a
los sex-shops.
Una vez realizadas estas conductas, el adicto suele sufrir
consecuencias negativas.
El adicto necesita además encontrar nuevas formas de excitación
que cada vez pueden ser más peligrosas y comportar más riesgo. Una vez cruzada
la primera barrera es fácil cruzar otras. Es frecuente que esta patología esté
relacionada con otros trastornos como las parafilias, falta de identidad
sexual, delirios y demencias, trastorno bipolar, trastornos por sustancias (con
prevalencia de la cocaína), o trastornos obsesivos compulsivos.
El comportamiento sexual
compulsivo se gesta en la mente de la persona, donde las fantasías sexuales,
los sueños y los pensamientos eróticos se convierten en la válvula de escape de
los problemas cotidianos, la baja autoestima o la insatisfacción personal.
Los factores de riesgos específicos más frecuentes son:
- Trastorno de personalidad.
- Alteraciones del sistema líbico o trastornos cerebrales como los tumores.
- Educación sexual represiva (sexo como tabú)
- Dificultades para relacionarse con los demás.
- Inseguridad afectiva.
- Abusos sexuales.
Las principales consecuencias de una adicción prolongada al sexo son:
- Depresiones y ansiedad.
- Sentimientos de profunda vergüenza.
- Expectativas irreales sobre las relaciones sexuales.
- Pérdida de las relaciones de pareja.
- Gran riesgo de enfermedades de transmisión sexual.
- Pérdida de interés por otras actividades u otro tipo de relaciones.
- Confusión sobre la propia orientación sexual.
- Profundo deterioro de la autoestima.