2013/12/24

A propósito de la adicción al sexo



Una sexualidad sana significa una buena integración de nuestra sexualidad en la vida adulta: sexo con la pareja y con nosotros mismos. Sin embargo, para un adicto al sexo el comportamiento sexual es una vergüenza, ocultación y obsesión.

Es importante diferenciar esta adicción de la hipersexualidad, tradicionalmente  donjuanismo en hombres y ninfomanía en mujeres, ya que es frecuente encontrar que aquellos que desconocen el tema tienden a asociar ambos términos como una misma cosa. Ser hipersexual representa simplemente que existe un apetito sexual alto, el cual no suele plantear problemas serios a la persona.
Hablamos de adicción al sexo cuando la persona necesita realizar conductas sexuales (no deseadas), que pueden suponer una amplia variedad de prácticas, de manera compulsiva (no pueden controlarse) y esto se produce además de forma crónica. Algunos adictos practican sólo una conducta adictiva, otros más de una.
Las variantes dentro de esta adicción son:

-        Masturbación compulsiva.

-        Sexo anónimo frecuente con desconocidos.

-        Uso excesivo de teléfono erótico.

-        Usuarios frecuentes de prostíbulos.

-        Compra masiva de material pornográfico: videos, revistas...

-        Uso excesivo de Internet como vía de obtención de pornografía.

-        Visitas muy frecuentes a los sex-shops.
Una vez realizadas estas conductas, el adicto suele sufrir consecuencias negativas.
El adicto necesita además encontrar nuevas formas de excitación que cada vez pueden ser más peligrosas y comportar más riesgo. Una vez cruzada la primera barrera es fácil cruzar otras. Es frecuente que esta patología esté relacionada con otros trastornos como las parafilias, falta de identidad sexual, delirios y demencias, trastorno bipolar, trastornos por sustancias (con prevalencia de la cocaína), o trastornos obsesivos compulsivos.
El comportamiento sexual compulsivo se gesta en la mente de la persona, donde las fantasías sexuales, los sueños y los pensamientos eróticos se convierten en la válvula de escape de los problemas cotidianos, la baja autoestima o la insatisfacción personal.

Los factores de riesgos específicos más frecuentes son:

-        Trastorno de personalidad.

-      Alteraciones del sistema líbico o trastornos cerebrales como los tumores.

-        Educación sexual represiva (sexo como tabú)

-        Dificultades para relacionarse con los demás.

-        Inseguridad afectiva.

-        Abusos sexuales.
Las principales consecuencias de una adicción prolongada al sexo son:
-   Depresiones y ansiedad.
-   Sentimientos de profunda vergüenza.
-   Expectativas irreales sobre las relaciones sexuales.
-   Pérdida de las relaciones de pareja.
-   Gran riesgo de enfermedades de transmisión sexual.
-   Pérdida de interés por otras actividades u otro tipo de relaciones.
-   Confusión sobre la propia orientación sexual.
-   Profundo deterioro de la autoestima.