Hoy he querido traer hasta esta páginas un artículo publicado en mi blog de psicología del Trabajo, pero que me parece también de interés para los lectores de este blog.
Aunque es casi imposible dilucidar si la mayor satisfacción personal o afectiva
hace a alguien más feliz o la
predisposición a ser feliz es causa de la satisfacción con el trabajo,
no debería sorprender que las personas más felices, estén notablemente más
satisfechas con su trabajo que las menos felices. Sin embargo, las
investigaciones sugieren que cuanto mayor es la felicidad, se
registra mayor productividad y mayores ingresos.
Para evitar “quemarnos”, personal y profesionalmente y por tanto alcanzar
mayores niveles de felicidad, es básico trabajar la capacidad
para gestionar los propios sentimientos y emociones; en la obtención de
resultados, las actitudes y valores van a jugar un papel esencial. Y, desde
luego, saber, saber hacer y saber ser… evitan o limitan los malentendidos,
facilitando las relaciones interpersonales.
Este conjunto de habilidades forma parte del concepto que hoy entendemos por
“Inteligencia emocional”. Si olvidamos cultivar alguna de las dimensiones
mencionadas nuestra VIDA puede complicarse innecesariamente.
Vivimos en un mundo laboral que, en muchas ocasiones, tiende a estar
jerarquizado y potenciar el uso de la razón fría, por encima de la emoción. En
este mundo plenamente “racional” tendemos a potenciar más la “vertiente
intelectual” y las “habilidades personales”, olvidándonos de la importancia de
las habilidades emocionales y sociales, con las ventajas tanto personales, como
laborales como sociales que están llevan asociadas. Por ello en este artículo
trataremos el desarrollo de nuestra parte más humana: “la vertiente afectiva”,
potenciando y desarrollando las principales competencias socioemocionales
(Conocimiento emocional, Regulación emocional, Motivación y Autoestima, Empatía
y Habilidades de relación con los demás), consiguiendo así una evidente mejora
en mi Calidad de Vida y en mis niveles de Felicidad.
Y hablando de FELICIDAD, nosotros abogamos por ejercitar la “Psicología
Positiva” como forma de lograrla, trabajando con “Inteligencia Emocional”.
Durante muchos años la psicología se ha centrado exclusivamente en el
estudio de la patología y la debilidad del ser humano, concibiendo a este como
un sujeto pasivo que reacciona ante los estímulos del ambiente. De esta manera,
características como la alegría, el optimismo, la creatividad, el humor, la
ilusión…han sido ignoradas o explicadas superficialmente
Hoy en día, LA PSICOLOGÍA POSITIVA, de la mano de su principal precursor,
Martin Seligman, tiene como objetivo mejorar la calidad de vida
y además de prevenir la aparición de patologías, nos introduce de forma clara
en sus beneficios.
Según el planteamiento de la psicología positiva, las
emociones positivas pueden ser canalizadas hacia la prevención, el tratamiento
y el afrontamiento de forma que se transformen en verdaderas armas para
enfrentar problemas; y aporta nuevos conocimientos acerca de la psique humana,
para alcanzar mejor calidad de vida y bienestar.
Experimentar emociones positivas es siempre algo agradable y
placentero a corto plazo; además, prepara a los individuos para tiempos futuros
más duros, y propician formas de pensar que amplían el rango de respuestas
posibles. La alegría, por ejemplo, anima a ser creativo, y ello permite el
desarrollo y entrenamiento de habilidades físicas (fuerza, resistencia,
precisión), de habilidades psicológicas e intelectuales (comprensión de normas,
memoria, autocontrol) y de habilidades sociales necesarias para el
establecimiento de relaciones de amistad y de apoyo.
Muchas investigaciones han demostrado que el afecto positivo se relaciona
con una cognición más abierta, flexible y compleja y con la habilidad para
integrar distintos tipos de información. El resultado de esta forma de pensar
hace más creativa la solución de problemas y más acertados y sensatos los
juicios y la toma de decisiones.