2012/09/17

Estado emocional y situación laboral



 Hoy he querido traer hasta esta páginas un artículo publicado en mi blog de psicología del Trabajo, pero que me parece también de interés para los lectores de este blog.

Aunque es casi imposible dilucidar si la mayor satisfacción personal o afectiva  hace a alguien más feliz o la predisposición a ser feliz es causa de la satisfacción con el trabajo, no debería sorprender que las personas más felices, estén notablemente más satisfechas con su trabajo que las menos felices. Sin embargo, las investigaciones sugieren que cuanto mayor es la felicidad, se registra mayor productividad y mayores ingresos.
Para evitar “quemarnos”, personal y profesionalmente y por tanto alcanzar mayores niveles de felicidad, es básico trabajar la capacidad para gestionar los propios sentimientos y emociones; en la obtención de resultados, las actitudes y valores van a jugar un papel esencial. Y, desde luego, saber, saber hacer y saber ser… evitan o limitan los malentendidos, facilitando las relaciones interpersonales.
Este conjunto de habilidades forma parte del concepto que hoy entendemos por “Inteligencia emocional”. Si olvidamos cultivar alguna de las dimensiones mencionadas nuestra VIDA puede complicarse innecesariamente.
Vivimos en un mundo laboral que, en muchas ocasiones, tiende a estar jerarquizado y potenciar el uso de la razón fría, por encima de la emoción. En este mundo plenamente “racional” tendemos a potenciar más la “vertiente intelectual” y las “habilidades personales”, olvidándonos de la importancia de las habilidades emocionales y sociales, con las ventajas tanto personales, como laborales como sociales que están llevan asociadas. Por ello en este artículo trataremos el desarrollo de nuestra parte más humana: “la vertiente afectiva”, potenciando y desarrollando las principales competencias socioemocionales (Conocimiento emocional, Regulación emocional, Motivación y Autoestima, Empatía y Habilidades de relación con los demás), consiguiendo así una evidente mejora en mi Calidad de Vida y en mis niveles de Felicidad.
Y hablando de FELICIDAD, nosotros abogamos por ejercitar la “Psicología Positiva” como forma de lograrla, trabajando con “Inteligencia Emocional”. 
Durante muchos años la psicología se ha centrado exclusivamente en el estudio de la patología y la debilidad del ser humano, concibiendo a este como un sujeto pasivo que reacciona ante los estímulos del ambiente. De esta manera, características como la alegría, el optimismo, la creatividad, el humor, la ilusión…han sido ignoradas o explicadas superficialmente
Hoy en día, LA PSICOLOGÍA POSITIVA, de la mano de su principal precursor, Martin Seligman, tiene como objetivo mejorar la calidad de vida y además de prevenir la aparición de patologías, nos introduce de forma clara en sus beneficios.
Según el planteamiento de la psicología positiva, las emociones positivas pueden ser canalizadas hacia la prevención, el tratamiento y el afrontamiento de forma que se transformen en verdaderas armas para enfrentar problemas; y aporta nuevos conocimientos acerca de la psique humana, para alcanzar mejor calidad de vida y bienestar. Experimentar emociones positivas es siempre algo agradable y placentero a corto plazo; además, prepara a los individuos para tiempos futuros más duros, y propician formas de pensar que amplían el rango de respuestas posibles. La alegría, por ejemplo, anima a ser creativo, y ello permite el desarrollo y entrenamiento de habilidades físicas (fuerza, resistencia, precisión), de habilidades psicológicas e intelectuales (comprensión de normas, memoria, autocontrol) y de habilidades sociales necesarias para el establecimiento de relaciones de amistad y de apoyo. 


Muchas investigaciones han demostrado que el afecto positivo se relaciona con una cognición más abierta, flexible y compleja y con la habilidad para integrar distintos tipos de información. El resultado de esta forma de pensar hace más creativa la solución de problemas y más acertados y sensatos los juicios y la toma de decisiones.