2013/06/01

Cuando el Alcohol afecta a toda la familia



Características de la familia del alcohólico y solución para los familiares

El alcoholismo es una enfermedad familiar, no es una enfermedad de un solo individuo, se dice que afecta a más de cuarenta personas alrededor del enfermo.
La negación del problema y la codependencia hacen que sea una enfermedad muy difícil de controlar, no solo para enfermo alcohólico, sino para la vida caótica e ingobernable que lleva el resto de la familia. La familia del alcohólico es un caldo de cultivo para la creación de alcohólicos y drogadictos de las siguientes generaciones.
La familia alcohólica tiene estas características:
  • Abandono y poca atención para los hijos
  • Maltrato verbal y muchas veces físico
  • Inmadurez de parte de los padres
  • Padres abusivos o permisivos
  • Viven en codependencia unos con otros
  • Algún miembro de la familia tiene adicción que puede ser no solo al alcohol, sino a comida, juegos, deporte etc.
  • En algunas ocasiones hay abusos sexuales entre los familiares
 
La negación

El mayor obstáculo para poder controlar esta enfermedad es la negación del problema no solo por el enfermo alcohólico sino por toda la familia, que muchas veces es la que mas justifica y propicia este comportamiento. Se minimiza y se justifica el mal comportamiento del alcohólico, muchas veces se actúa como si el problema no existiera y se vive en un mundo de fantasías o mentiras creadas por los mismos familiares para vivir una vida “normal”. 

Esta negación se interpone entre alcohólico y su sobriedad.

La codependencia

La codependencia es una condición psicológica en la cual alguien manifiesta una excesiva y a menudo inapropiada, preocupación por las dificultades de otra persona, olvidándose de su propia vida.
La familia del alcohólico comienza a vivir en torno a los problemas que este causa, los miembros de la familia quieren ayudarlo convirtiéndose en “facilitadores” de los problemas que el enfermo padece, sin saber que muchas veces, con esta actitud, fomentan más el consumo de alcohol , ya que evitan que éste se enfrente crudamente con su problema. La madre, la pareja de la persona alcohólica, le habrá pedido miles de veces que deje de emborracharse, sin embargo, suele suceder que estas mismas personas son quienes le proveen de dinero, comida, techo en el que vivir, evitándole responsabilidades ya que se suele considerar al alcohólico como un individuo incapaz de cuidarse de sí mismo.

En las familias donde la codependencia se ha instalado, la vida suele ser ingobernable y caótica en casi todas sus manifestaciones cotidianas, los problemas emocionales, de salud y financieros afectan a toda la unidad familiar. Son muchas las personas que rodean al alcohólico que acaban por descuidarse a sí mismos, su aspecto, salud, dejan de luchar por propias metas, convirtiéndose el enfermo en el centro de sus vidas. Muchos de estos familiares padecen graves trastornos psicológicos y emocionales, como la depresión.

Con el paso del tiempo esta vida caótica en codependencia con el alcohólico, les provoca también adicciones al juego, comida, sexo, drogas y también alcohol.


¿Tiene un familiar con problemas de excesivo consumo de alcohol?


 Desde la familia se puede ejercer una importante presión positiva para que la persona afectada decida ponerse en tratamiento y superar su problema. De hecho, la familia suele ser el elemento que más eficazmente ayuda al cambio en el estilo de vida de la persona enferma por alcoholismo.

La eficacia de esta presión familiar ha de tener basarse siempre en las siguientes premisas: 

Hay que hablar de soluciones, no de problemas

No hay que insistir  constantemente en lo mal que está la persona bebedora. Hay que dar por hecho que ya esa persona lo sabe y lo experimenta a diario, aunque nunca lo haya reconocido públicamente, o siempre tienda a justificar o minimizar el problema. Lo sabe...porque es el primero que lo sufre 
Por eso lo importante es hablar de solución. Proponer ayuda. Hablarle de los beneficios que todos van a obtener cuando el problema se haya superado.


Presionar para que el afectado se ponga en tratamiento, no para que deje de beber. 

Si la presión la ejercemos en la dirección de intentar que deje de beber estaremos creándole una mayor angustia, ya que precisamente el problema de una persona dependiente del alcohol es que no es capaz de controlarse bebiendo, y por lo tanto, le estamos pidiendo algo que está fuera de su alcance, y le estamos induciendo, sin quererlo, al fracaso, a la ocultación de su conducta, a la mentira, a la agresividad, etc.

Si le presionamos para que se ponga en tratamiento, le estamos pidiendo algo para lo que está capacitado. Nada le impide acudir a una consulta especializada, a un grupo de ayuda, e iniciar el proceso de recuperación.

Por eso la presión siempre debe dirigirse a que se ponga en tratamiento. Y ofrecerle una o varias alternativas terapéuticas para que elija la que le resulte más adecuada a sus características personales.

Ser firmes en la presión

Es fácil que en medio de una discusión la pareja plantee que no está dispueto/a a seguir así, que si no deja de beber se van a separar, etc. Y que luego, al cabo de un tiempo se ablande, una vez pasado el enfado, y de por buenas las intenciones de cambio del familiar bebedor.

Esto no sirve de ayuda

La presión debe dirigirse siempre hacia que se ponga en tratamiento, y además, hay que ser firme y cumplir cualquier “amenaza” que se haya formulado.

En resumen, el mensaje es el siguiente:


"Si te pones en tratamiento aquí me tienes y podrás contar conmigo, con todo mi apoyo para salir adelante. Si no lo haces yo no estoy dispuesta/o a seguir así y nuestra relación se va a terminar".