Características de la
familia del alcohólico y solución para los familiares
El
alcoholismo es una enfermedad familiar, no es una enfermedad de un solo individuo,
se dice que afecta a más de cuarenta personas alrededor del enfermo.
La negación
del problema y la codependencia hacen que sea una enfermedad muy difícil de
controlar, no solo para enfermo alcohólico, sino para la vida caótica e
ingobernable que lleva el resto de la familia. La familia del alcohólico es un
caldo de cultivo para la creación de alcohólicos y drogadictos de las
siguientes generaciones.
La familia alcohólica tiene estas
características:
- Abandono y poca atención para los hijos
- Maltrato verbal y muchas veces físico
- Inmadurez de parte de los padres
- Padres abusivos o permisivos
- Viven en codependencia unos con otros
- Algún miembro de la familia tiene adicción que puede ser no solo al alcohol, sino a comida, juegos, deporte etc.
- En algunas ocasiones hay abusos sexuales entre los familiares
La negación
El mayor obstáculo
para poder controlar esta enfermedad es la negación del problema no solo por el
enfermo alcohólico sino por toda la familia, que muchas veces es la que mas
justifica y propicia este comportamiento. Se minimiza y se justifica el mal
comportamiento del alcohólico, muchas veces se actúa como si el problema no
existiera y se vive en un mundo de fantasías o mentiras creadas por los mismos
familiares para vivir una vida “normal”.
La codependencia
La
codependencia es una condición psicológica en la cual alguien manifiesta una
excesiva y a menudo inapropiada, preocupación por las dificultades de otra persona, olvidándose de su propia vida.
La familia
del alcohólico comienza a vivir en torno a los problemas que este causa, los miembros de la familia quieren ayudarlo convirtiéndose en “facilitadores” de los problemas que el enfermo padece, sin saber que muchas veces, con esta actitud, fomentan más el consumo de alcohol , ya que evitan que éste se enfrente crudamente con su problema. La madre, la pareja de la persona alcohólica, le habrá pedido miles de veces que deje de emborracharse, sin embargo, suele suceder que estas mismas personas son quienes le proveen de dinero, comida, techo en el que vivir, evitándole responsabilidades ya que se suele considerar al alcohólico como un individuo incapaz de cuidarse de sí mismo.
Con el paso
del tiempo esta vida caótica en codependencia con el alcohólico, les provoca también adicciones al juego, comida, sexo, drogas y también alcohol.
¿Tiene un familiar con problemas de excesivo consumo de alcohol?
Desde la familia se puede ejercer una importante presión positiva para que la persona afectada decida ponerse en tratamiento y superar su problema. De hecho, la familia suele ser el elemento que más eficazmente ayuda al cambio en el estilo de vida de la persona enferma por alcoholismo.
La eficacia de esta presión familiar ha de tener basarse siempre en las siguientes premisas:
Hay que hablar de soluciones, no de problemas
No hay que insistir
constantemente en lo mal que está la persona bebedora. Hay que dar por
hecho que ya esa persona lo sabe y lo experimenta a diario, aunque nunca lo
haya reconocido públicamente, o siempre tienda a justificar o minimizar el
problema. Lo sabe...porque es el primero que lo sufre
Por eso lo importante es hablar de solución. Proponer
ayuda. Hablarle de los beneficios que todos van a obtener cuando el problema se
haya superado.
Presionar para que el afectado se ponga en tratamiento, no para que deje de beber.
Si la
presión la ejercemos en la dirección de intentar que deje de beber estaremos
creándole una mayor angustia, ya que precisamente el problema de una persona
dependiente del alcohol es que no es capaz de controlarse bebiendo, y por lo
tanto, le estamos pidiendo algo que está fuera de su alcance, y le estamos
induciendo, sin quererlo, al fracaso, a la ocultación de su conducta, a la
mentira, a la agresividad, etc.
Si le
presionamos para que se ponga en tratamiento, le estamos pidiendo algo para lo
que está capacitado. Nada le impide acudir a una consulta especializada, a un
grupo de ayuda, e iniciar el proceso de recuperación.
Por eso la
presión siempre debe dirigirse a que se ponga en tratamiento. Y ofrecerle una o
varias alternativas terapéuticas para que elija la que le resulte más adecuada
a sus características personales.
Ser firmes en la presión
Es fácil que
en medio de una discusión la pareja plantee que no está dispueto/a a seguir así,
que si no deja de beber se van a separar, etc. Y que luego, al cabo de un
tiempo se ablande, una vez pasado el enfado, y de por buenas las intenciones de
cambio del familiar bebedor.
Esto no
sirve de ayuda
La presión
debe dirigirse siempre hacia que se ponga en tratamiento, y además, hay que ser
firme y cumplir cualquier “amenaza” que se haya formulado.
En resumen,
el mensaje es el siguiente:
"Si te pones
en tratamiento aquí me tienes y podrás contar conmigo, con todo mi apoyo para
salir adelante. Si no lo haces yo no estoy dispuesta/o a seguir así y nuestra
relación se va a terminar".